viernes, 21 de mayo de 2010

Dos realidades.


Derrepente sin siquiera preguntarselo, comenzó a hablarle de sus problemas, su hijo estaba preso, había chocado y atropellado a alguien. La aflicción se reflejaba en su rostro y la imposibilidad de solucionar el problema lo atemorizaba, sus años se regflejaban en su rostro. Había vivido mucho ya, lamentaba tener los hijos que tenía, despilfarradores, avaros, materialistas y fiesteros, mezcla de persona que destesto.


Solamente asintiendo y lamentando, respondía ella. Sin preguntarselo comenzó a alardear de sus múltiples propiedades, sus riquezas y dinero, no hayaba que hacer con él, pero se lamentaba de su soledad, continuó alardeando más, y de sus vicios y cuantos millones ganaba mensualemente.


Terminados ya sus alardeos la invitó a salir, ella sorprendida, era mucho mayor, se veía como su abuelo y ella se encontraba en plena juventud, recién pasando a ser una mujer. Tenía novio le dijo, él lo lamento, con una expresión en el rostro, le pregunto si andaba con hombres mayores y ella respondió que no. Ella no necesitaba dineros ni comodidades, solo quería compañía, quería compañía, alguien con quien compartir sus gustos y sentir calor, juventud, y las ganas de vivir del otro, no notar un cansancio de la vida, el ver que el otro no va a tu ritmo y ya todo lo que vivió le está pasando la cuenta. En fin, más no pudo hacer aquel señor con tal de compartir unos momentos con ella.


De que le servía a aquel señor ganar todos los millones que ganaba, de que le servía tener dinero de sobra, de que servía si sus ojos reflejaban soledad, sus ojos reflejaban tritsteza al saber en lo que se habían convertido sus hijos, los cuales fueron malcriados bajo el ambiente del dinero y sentir que lo tenían todo, haciéndolos sentir que todo era fácil de conseguir, de que no tenían que esforzarse para obtener cosas en la vida.


El dinero no puede comprarlo todo, y aunque se tenga todo el oro del mundo no eres capaz de comprar emociones, compañía sí, pero para que si esta no será verdadera?, para que recibir abrazos si estos no son cálidos, para que recibir besos si estos carecen de toda pasión, no veo la razón del que estes acompañado cuando esta no es por que se quiere, sino que es como un fin de poder satisfacer tus caprichos, para que compartir momentos si estos no son alegres, no son disfrutados cada segundo el uno por el otro, de que vale todo esto. Sin importar cuanto se tenga esto es imposible de comprar, es algo tan espontáneo y puro que nace en uno mismo que no le puedes obligar a forzar a alguien que esté contigo con dinero, utilizarlo como medio para atraer compañía.


Aunque este hombre lo intentó, no pudo comprar su compañía, a pesar de todo lo material que le ofreció, el dinero cuando le hiciera falta, no pudo. Ella en ese momento no pensaba en otra cosa que estar con su novio, quería estar lejos de ese señor, queria sentir el calor de novio, lejos de ese lugar, quería más que nunca decirle que lo quería por lo que era, por lo que refleja, por ser como era, desinteresado de lo material, sin aparentar nada, tan solo, nada más ni nada menos que ser. Su corazón se aceleraba cuando él y nadie más que él se le acercaba, no le interesaba todo lo ofrecido por aquel desconocido, podría haber satisfecho todos sus caprichos si hubiese aceptado, pero nada se comparaba con una caminata con su novio, no se comparaba al afecto recibido, no se comparaba a una simple charla junto al mar. Pareciendo tan simple, significa mucho, sin tener costo alguno, valía tanto que ni millones pudieron cambiar aquello. Valorando mucho más lo que la rodeaba, no lo que tenía, sino, a quién tenía y agradeciendo crecer donde creció, en un ambiente en donde te tienes que esforzar para obtener lo que deseas y alcanzar tus sueños, a pesar de no satisfacer todos tus caprichos, a pesar de andar calculando si el dinero le alcanzaría para el mes, amaba su vida, porque como persona sentía que valía mucho más que los hijos de aquel señor, sentía que sí vivía, su felicidad iba en otro enfoque, no en cuanto tenía, sino quien la acompañaba, quienes la rodeaban influían en esta, sintiéndose bien por ser como era, y no como aquel señor quien no tenía sueños, tan solo, tenía dinero.

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